En la actualidad, la laguna de la Nava, es un humedal completamente artificial, recuperado y gestionado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León. La existencia de esta laguna es el fruto del esfuerzo y la cooperación entre diferentes entidades, colectivos y administraciones.
Ha sido necesario realizar en la última década un buen número de obras para poder recuperar este importante humedal: construcción de diques y husillos, acondicionamiento de la red hidráulica, etc .
La laguna posee una extensión de 307 hectáreas, dividida en dos partes iguales, separadas por la carretera que une Mazariegos con Fuentes de Nava y con distinto régimen de uso. Una de las mitades se destina exclusivamente a conservación (aves) y la otra se aprovecha conjuntamente con los ganaderos de Fuentes de Nava (pastoreo). En estas últimas 150 has, conservación y pastoreo conviven en perfecta armonía.
La Nava es una laguna somera, cuya profundidad es de solo 35 cm. Sin embargo existen sectores más o menos extensos con mayor profundidad, que superan ligeramente el metro. Debido al carácter artificial, el agua, procedente del canal de Castilla, es introducido todos los años en el mes de octubre, por personal de la Consejería de Medio Ambiente. La intención, es imitar dentro de lo posible, el ciclo natural de la laguna: inundación en otoño e invierno y desecación durante el estío.
Este ciclo se divide en tres etapas:
La laguna de la Nava, es uno de los espacios más importantes de toda la Comunidad Autónoma desde el punto de vista faunístico. Están catalogadas 253 especies de vertebrados, destacando sin duda, las 221 especies de aves, que suponen algo más del 41 % de las especies de aves de España, incluidas las Islas.
De octubre a marzo acoge abundantísimos contingentes de anátidas que llegan a alcanzar las 20.000 aves en algunos inviernos. Es zona de importancia internacional para el ánsar común (Anser anser) con concentraciones máximas de hasta 10.000 individuos y otras muchas especies de patos, como azulones, cercetas, silbones o cucharas, se cuentan por cientos o miles.
Durante la migración primaveral, de febrero a mayo, se pueden observar hasta 41 especies de limícolos (chorlitos, archibebes, agujas, correlimos, etc) en las praderas someramente encharcadas. En algunos días de este periodo prenupcial, los bandos de estas viajeras aves son especialmente abundantes.
La Nava va adquiriendo con el paso del tiempo una mayor relevancia en lo que se refiere a la cría de acuáticas. En esta laguna se reproducen algunas especies escasas en el contexto castellano-leonés como es el caso de el zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis), la garza imperial (Ardea purpurea), las gaviotas reidoras (Larus ridibundus) y el fumarel cariblanco (Chlidonias hybridus). De estas dos últimas especies, la Nava constituye, dentro de la escasez, el punto más importante de cría de toda Castilla y León. Además también crían avefrías, cigüeñuelas, rascones, polluelas y fochas.
En el verano, a pesar de estar casi seca, la Nava sirve de refugio a varios miles de azulones (Anas platyrhynchos) mudando y hasta 900 cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) se juntan en bandos premigratorios en las praderas, aprovechando un abundante recurso alimenticio: los ortópteros (saltamontes).
En la Nava tampoco faltan registros de aves raras o escasas en la Península, muy apreciadas por el ornitólogo más especializado. Es el caso de la barnacla cariblanca (Branta leucopsis), el ansar piquicorto (Anser brachyrhynchus), el ansar careto (Anser albifrons), el silbón americano (Anas americana) o el carricerín cejudo (Acrocephalus paludicola). Para este pequeño pajarillo, la Nava, cumple los criterios de importancia internacional, al pasar por la laguna en su migración otoñal, varias decenas de estos sílvidos de distribución oriental.