Fuentes es un pueblo histórico por los cuatro costados y, en sus mil años de vida, ha ido guardando un pedazo de recuerdo de todos los que por la villa pasaron en la cantidad de costumbres y tradiciones que conserva. Destacan, entre otras, la celebración de las hogueras en los días de precepto: la que se celebra en el hoyo de San Pelayo, donde por costumbre los mozos colocan una gran hoguera de leños y manojos que prenden en tal festividad el 26 de junio a las que como buenos palentinos son muy aficionados. Ponían hoguera por San Juan también, y especialmente en los cantamisas, donde todos los convidados al acto colocaban la víspera un pipote empegado de astillas y encina a la puerta de su casa, iluminando medio pueblo. Conserva muchas más costumbres, los versos novedosos cada año dedicados a San Antón y el adorno de los burros en su día, los aguinaldos y la tortilla campestre de San Marcos y otras que bien recoge Julio César Izquierdo en alguna de sus obras, aunque también han ido descuidándose algunas celebraciones, celebrándose en menor medida, como la enramadas a las mozas el día de San Pedro o el Voto de Villa, una curiosa obligación civil en la que desfilaban en una singular procesión pendones, pendonetas y la mitad de los santos de la parroquia. La amplia plaza en parte porticada sirvió como escenario de baile de rueda, a pesar de que la costumbre del mismo se perdió al principio del siglo XX pues la actividad de las cercanas bandas de música como la de Villarramiel o la propia local, desarrollaron los nuevos repertorios y los bailables agarrados, resistiendo la dulzaina solamente para los bailes de mayordomías de las cofradías y en la danza que nos ocupa.
Y por todo ese paso dilatado del tiempo, junto a las generaciones sucesivas de fuenteros, un elemento vivo y dinámico ha ido manteniéndose siglo tras siglo, cercano y cotidiano, fresco y a la vez rezumando esa venerabilidad heredada con el paso de los años: las danzas y paloteos de la Cofradía de la Virgen de los Remedios y San Miguel arcángel.
La evidencia de la importancia histórica y patrimonial de esta danza aparece documentada en este caso desde 1595, como fecha más antigua de la zona aunque siguiendo la tónica general de estas danzas vinculadas a la festividad del Corpus Christi se pueden rastrear su actividad desde el siglo XV. El cariño y respeto a la danza es tal, que como en el caso de Cisneros, que se dispuso en la villa un espacio museístico en un histórico edificio contenido en dos salas y zaguán que recoge numerosos testimonios de este patrimonio inmaterial, de danzas y melodías documentados desde ese año en los viejos registros de cuenta de la parroquia de Santa María de Pozo Bueno y que se conserva en el archivo parroquial. Es la danza de Fuentes por tanto una de las más antiguas documentadas en la provincia y que con plena vigencia se mantiene actualmente. En las vitrinas de la muestra podremos estudiar varios libros de los siglos XVI y XVII con los datos y citas de los músicos y su vinculación a las diversas advocaciones locales. Otros elementos que se pueden ver son las varas de mayordomías que ordenaron estas danzas, varios de los antiguos trajes de botarga o “birria” de principios de finales del XIX y el XX y de los danzantes, así como los instrumentos que durante décadas, casi un siglo, acompañaron al paloteo, los palos, las castañuelas artísticamente labradas, dulzainas, tambor y bombo que hicieron los sones en las procesiones en el último siglo. Se expone también una gran colección de fotografías desde el año 1890 hasta el 2013 arropando al visitante que hasta aquí se acerque en la intención de conocer su propio legado cultural.
El repertorio musical conservado en uno de los mejor documentados desde los primeros textos recordados en el pueblo de los siglos XVI y XVII, pasando por algunas referencias de la guerra de la sucesión española y la toma de Gibraltar, de la francesada en el XIX y un complejo juego de pies en lo que denominan la danza y la Damiana, otra antigua melodía de danza a los sones de la charambita. Tienen a gala los fuenteros de que nunca faltó la dulzaina por la fiesta y para la danza, trayéndola incluso de Segovia como recoge J.M. Silva en la sencilla pero concisa carátula de la cassette que se editó con este repertorio de danza en 1987. Desde 1981 han sido Los dulzaineros de Campos, con los recordados Fortunato Herrán, José María Silva con sus hermanos Juan Cruz y Reyes, junto a Manuel Rodríguez y Jesús Arranz, quienes en diferentes momentos han atendido el desarrollo de la danza cuidando sus detalles hasta la actualidad dentro y fuera de la localidad.
Fotografías de la danza : Jhon Quintano (Burgos)
Fotografía de La Fiesta de San Antón. Foto de Carlos Porro