Un lugar donde deleitarse con especialidades propias: un buen lechazo asado al horno de leña, cebollas asadas en ascuas al estilo de la zona y mucho más, mientras se admira la decoración en estilo mudéjar con arcos de herradura mozárabe de medio punto románico que le otorgan un ambiente de lo más acogedor.
Disponen de un amplio comedor para 44 comensales.
Se encuentra situado al lado Oeste de la Iglesia de San Martín, del mismo estilo arquitectónico, de la que destaca su preciosa torre de ladrillo terminada en el año de 1.548, por el maestro Julio de Escalante.
Enclavado en uno de los pequeños altozanos que tiene la villa, disfruta de una panorámica inigualable para contemplar los edificios más representativos de la villa, desde sus galerías soleadas.
Construido para dependencias eclesiales y burócratas, que daban servicio a la contigua iglesia de San Martín, y probable residencia de Don Baltasar Pimienta, uno de los últimos mecenas de este pueblo.
Con la desamortización, pasó a manos privadas, convirtiéndose en Posada para transeúntes en el primer cuarto del siglo XX, regentada por Fortunata Carrancio.
La «Vieja Posada», se convierte en Restaurante en el año 2005, a causa del embrujo de sus paredes y el empeño de sus propietarios Mª Luisa y José Moisés por conservar la gastronomía, cultura y tradiciones de esta tierra.
En sus entrañas se conservan pasadizos de antiguos pobladores que utilizaban como refugio frente a saqueos y pillajes de otros pueblos más belicosos. Luego con la introducción del cultivo de la vid, estos pasadizos se convirtieron en fenomenales bodegas, depositarias del Néctar Sagrado.
En sus paredes y escondrijos, podemos admirar objetos de las distintas culturas que poblaron esta tierra a lo largo de la historia, encontrados in situ, al hacer las distintas obras de restauración; Vacceos, Romanos, Visigodos, Arabes, Judios y Cristianos.
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