Por la historia conocemos que por toda la meseta castellano-leonesa existían muchas zonas palustres que periódicamente se inundaban. Estos lugares encharcados se denominaban lavajos, charcas, bodones, balsas, navas o navillas. Hasta épocas relativamente recientes se sabe que existieron más de 2.600. Hoy tan solo están inventariadas 1.200, pues la gran mayoría de ellas han sido desecadas y roturadas.
En el territorio de la Tierra de Campos palentina, varios fueron los lugares que contaron con lagunas menores o mayores, como la conocida como el Mar de Campos, que en su tiempo fue uno de los más extensos humedales palustre de la España continental y que llegó a inundar una extensión de 4.250 hectáreas (en 1927 llegaron a ser más de 5.000), con una profundidad máxima de 1,85 metros.
A principios del siglo XIX se intentó su desecación, iniciándose en 1934 y consiguiéndose entre los años 1940 y 1950. De esta manera se perdió uno de los humedales más valiosos de Europa. Cuarenta años después (1990), el Fondo Patrimonio Natural Europeo, con la posterior colaboración del municipio de Fuentes de Nava, inició los estudios y gestiones necesarias para realizar un proyecto piloto de restauración de una parte de la antigua superficie de la Laguna de la Nava, llegándose a recuperar al menos 300 hectáreas de la que fuera su antigua balsa.
La zona húmeda de la antigua Laguna de la Nava ocupaba un territorio que se repartía entre los términos municipales de Villaumbrales, Becerril de Campos, Grijota, Mazariegos, Fuentes de Nava y Villamartín. Aprovechando la visita en esta ruta a la actual Navilla de Fuentes, una buena forma de aprovechar el día sería visitar alguna de estas villas periféricas.
Grijota es villa antigua, y más antiguo es el nombre que la apoda, ‘igrejota’ (la vieja iglesia), la cual diera origen a su antigua puebla en el barrio de San Pelayo. Sin duda, este apelativo se refería a la ermita románica de Nuestra Señora de los Ángeles, que antes perteneció al viejo cementerio y que hoy ha sido acertadamente restaurada, así como ajardinado su entorno.
Cerca de Grijota, está Villamartín de Campos, a cuyo término también pertenece Revilla de Campos, hoy casi despoblado. Su situación privilegiada en dos de las más importantes vías de comunicación históricas de esta comarca, la que unía Palencia con la Ciudad de los Almirantes (Medina de Rioseco), y por otro, la del viejo camino de León y Asturias, hicieron de esta villa un importante eje de enlace y hasta un hito histórico.
Sobre el perfil del caserío sobresale la silueta de la espadaña de su iglesia parroquial del Salvador, cerca de la cual se localiza la labrada fachada barroca de la que fuera casa-palacio de los Martín-Ovejero, mayorazgo que se instaló en la villa junto con otros hidalgos allá por el siglo XVIII.
Tres kilómetros más y estaremos en Mazariegos. Antes de entrar a visitar el pueblo, les recomiendo que se den una vuelta por la torre-mirador que se ha levantado en la que fuera antigua estación ferroviaria del maltratado y expoliado ferrocarril de vía estrecha del Secundario de Castilla.
Desde sus 22 metros de altura se puede divisar perfectamente la superficie lacustre de la Laguna de La Nava, así como las colonias de aves acuáticas que allí residen, eso sí, sirviéndote de un telescopio que sobre la plataforma se ha instalado.
Como es lógico, ineludiblemente la ruta nos llevará hasta Fuentes de Nava. Allí, el visitante encontrará cuatro cosas que no debe perderse. Antes de llegar a la población, un par de avistaderos de aves con aparcamiento donde poder dejar el coche, desde los cuales podremos disfrutar de unas excelentes vistas sobre la superficie acuática de la Nava. Y ya cuando estemos en el pueblo, acudir al Centro de Visitantes, para después irnos hasta la imponente torre campanario de la iglesia de San Pedro. Y por último, a ver los bellos artesonados de la de Santa María.
Y para terminar este recorrido por la periferia de la que fuera la antigua Laguna de la Nava, nos desplazaremos hasta Villaumbrales, población que conserva todo el sabor tradicional de las villas terracampinas. Allí está su popular plaza mayor con las arcadas de su Casa Consistorial, su iglesia parroquial de San Juan Bautista -que conserva los restos del artesonado de madera policromada que había permanecido oculto entre las bóvedas-, y a la que hace compañía la enladrillada torre de San Pelayo.
Y ya pegada a la ribera del Canal de Castilla, que por allí discurre, la Casa del Rey, donde se reparaban no solo las barcazas, sino también las compuertas de las esclusas averiadas. Varado junto a ella veremos el Juan de Homar, el segundo barco que navega por el Canal, pues el primero -el Marqués de la Ensenada- lo hace en el ramal de Herrera de Pisuerga.
Todo ello forma parte del Museo del Canal de Castilla de Villaumbrales, donde puede contemplarse una amplia exposición museística, cuyo contenido multimedia está diseñado para que todo tipo de público pueda disfrutar de él, mientras que a su vez se puede llegar a conocer en profundidad esta gran obra hidráulica de la Ilustración.
Grijota, Villaumbrales, Villamartín de Campos, Mazariegos, Fuentes de Nava
Texto de la entrada: Gonzalo Alcalde, para pueblos.elnortedecastilla.es