Pensar en el turismo en nuestra Provincia nos lleva a la belleza del arte románico y a los dos grandes yacimientos arqueológicos romanos que albergamos: ‘La Olmeda’, en Pedrosa de la Vega, y ‘La Tejada’, en Quintanilla de la Cueza, e incluso en los grandes retablos renacentistas y barrocos de nuestra provincia, pero raramente se piensa en el arte mudéjar y difícilmente reconocibles son las obras más conocidas, como las techumbres de madera, las yeserías o las realizaciones en ladrillo o tapia. Y es que el arte mudéjar, tanto aquí como en otras partes de la Península, sigue siendo un desconocido.
El arte mudéjar, calificado de servil por sus constructores y artistas, de pobre por sus materiales y técnicas, y de simplemente un elemento decorativo de los grandes estilos medievales occidentales, es algo que no se corresponde con la realidad. En toda Castilla y León son numerosas las realizaciones artísticas que vienen a paliar y continuar las obras emprendidas en cantería por el románico y cortadas por el nacimiento de las catedrales y el desarrollo de algunas órdenes monásticas, que recaban para sí los diezmos y donaciones de las nuevas tierras repobladas.
Entre fines del s. XV y los inicios del XVI, en sus primeras décadas se crea un tipo de iglesia de gran aceptación y que por su baratura y rapidez cubre toda la comarca y sur de la provincia y se extiende por Campos; es la denominada estructura de Tierra de Campos: una iglesia de tapias con una modulación sencilla, realizada con encofrado y enlucida o careada en el interior y exterior, con tres naves separadas por pilares ochavados o postes de madera forrados, cubierta con artesa o techumbre ochavada con tirantes y tres cabeceras de ochavo u ochavadas con lazo ataujerado y apelmazado, y en algunos casos como en Fuentes de Nava y Mazuecos de Valdejinate, con un crucero también de lazo y tirantes transversales. Tanto el presbiterio como la torre cuadrangular a los pies mantienen y atan horizontalmente el templo. A veces la iglesia es sencilla y sólo tiene una cabecera o, por el contrario, puede tener capillas añadidas, posiblemente funerarias, con sus ochavos de lazo. Este tipo de arquitectura tendrá sus paralelos en la zona del Alijarafe sevillano y en Canarias y, por extensión, llegará a la América hispana del Sur y, como demostró Nicolini, a las iglesias de las misiones jesuísticas.
Un carpintero llamado Juan Carpeil realiza un nutrido grupo de techumbres en el entorno de Cisneros:Las Nieves en Villamuera de la Cueza, San Facundo de Cisneros y el Cristo del Amparo de Villafilar. Y otros maestros o talleres crean dos tipos de techumbre de gran repercusión en toda la comarca de Campos. Uno de ellos parte de Cisneros y llega hasta tierras zamoranas y leonesas con techumbres artesonadas y ataujeradas con decoración de rombos, caserones y en un juego de volúmenes pocas veces visto; posiblemente este taller dejó obras en Lagunilla de la Vega (desaparecida) y Quintanilla de la Cueza, pero con una asombrosa cubierta en San Justo de Cuenca de Campos (Valladolid). El otro taller, que Paradinas en su Guía del arte mudéjar de la provincia de Palencia denomina ‘del maestro De Fuentes de Nava’, deja obras maravillosas en esta población (Santa María y San Pedro), en Añoza… y llega hasta León.
Esta población tiene un pasado artístico y arqueológico muy rico, pero ni la mínima cita sobre población mudéjar allí, mientras que casi todas las menciones recaen en su población judía y su sinagoga. Sin embargo, el majestuoso templo de Santa Eulalia tiene en su torre un remate de ladrillo que bien podría considerarse dentro de la tradición mudéjar por sus tres arcos de herradura recuadrados en cada lado. El pórtico de entrada muestra además una cubierta de madera moderna con piezas reutilizadas en los cuadriles, y el museo posee una sala con un alzarme que procede de Cisneros. Vigas y canes corresponden al s. XVI y la labor de estrellas y la decoración vegetal y de rombos corresponden a este período, pero han sido repintadas y adornadas con unos escudos falsos.
San Martín tiene tres naves entre pilares y una torre con buen basamento de sillería y remate de ladrillo con arcos de medio punto, recuadrados con alfil, y remata un friso alto de arcos mixtilíneos entrecruzados, obra de entrado el s. XVI.
Santa María también se dice levantada sobre la sinagoga en el siglo XVI, con reformas en el s. XVII. Tiene también tres naves entre pilares acodillados y una torre a los pies, cuadrada, con tres cuerpos alternando la piedra y el ladrillo y con vanos de ojiva túmidos.
San Juan, consta de tres naves entre pilares hexagonales y pórtico al sur, como las anteriores parroquias de la villa. La torre es similar a la de Santa María, con cinco cuerpos de cantería y ladrillo y con vanos de ojiva túmidos y cuerpo alto de alfices y esquinillas.
La ermita del Cristo o de la Vera Cruz, cuyo nombre sugiere una antigua sinagoga, que es del s. XVII, tiene un pórtico con piedras de madera y canes de S con barquillos sobre columnas jónicas de piedra, posiblemente restos de una techumbre que tuvo el templo, y restos de ladrillo con un friso de esquinillas.
De las siete iglesias que llegó a tener esta población, sólo se mantienen en pie dos: una abierta al público, Santa Eugenia, que no posee ningún elemento mudéjar, pero que conservaba una colección de tablas del retablo, obra de Pedro Berruguete, y Santa María, que funciona como museo parroquial, habiéndose perdido irremediablemente las techumbres originales de San Martín, San Pedro y la misma Santa María y quedando sólo las torres de ladrillo de San Miguel y San Martín y con un recuerdo mínimo de San Pelayo y de San Juan.
El interior de Santa María alberga la mejor obra mudéjar de Tierra de Campos. Es la iglesia columnata del tipo de Campos, con tres naves, crucero y cabecera única cuadrada a la que añadieron una cúpula en 1562, y con una torre a los pies, hoy desmochada y exenta. Los soportes de las naves son pilares ochavados muy estilizados, pero capaces de soportar una riquísima techumbre ochavada de lazo con ruedas en azul y rojo, y lazo de dieciséis.
La actividad de un taller de carpinteros de una cierta categoría en Fuentes de Naca, taller activo hasta mediados del siglo XVI, tal vez se pudiera confirmar si se visualizara la techumbre de la iglesia de San Pedro, pero por desgracia está emparedada entre la bóveda y el tejado.
Cisneros no es sólo el nombre de una de las poblaciones más importantes del mudejarismo palentino, sino el de una de sus familias más señaladas a fines del siglo XV y comienzos del XVI. La presencia de esta familia tan poderosa bien podría explicar las obras artísticas de sus iglesias.
Textos extraidos de: Pedro José Lavado Padadinas, ‘Guía del arte mudéjar en la provincia de Palencia’, Diputación de Palencia, 2016.
Puedes ver una interesante charla del autor en el siguiente vídeo: